jueves, 20 de junio de 2013

EL TATA ROCAMORA


La pesada puerta de acero , se cierra chirriando a sus espaldas . Es una mañana de sol , la claridad le lastima los ojos acostumbrados a la semipenumbra del encierro.Se pone un par de anteojos oscuros , respira profundamente y el aire fresco le llena los pulmones , duda un instante antes de cruzar la calle , deja pasar un auto.
Recorre con la mirada la vereda opuesta , unas pocas muejeres con bolsas esperan el horario de visita , no distingue ningún rostro conocido , tampoco esperaba que nadie viniese a recibirlo. 
En la vereda de enfrente el mismo viejo bar de siempre , está allí desde el mismo día que la prisión abrió sus puertas , pasaron más de veinte años desde la última vez que se sentó en una de sus mesas , lo recuerda bien , ahí planificaron el último golpe , el que lo trajo hasta esta prisión que acaba de dejar .
Cruza la calle en diagonal y entra al bar , la primera impresión es la de estar viendo una foto vieja, las mismas sillas y mesas desvencijadas ,  la misma pintura en las paredes , manchada  humo de miles de cigarrillos y cagada de moscas , los mismos dos gallegos , todo está tal y cual el lo recordaba , sólo que al igual que el, veinte años mas viejos.
Elige una mesa junto a la ventana que da a la calle y pide un café y una ginebra , mira el muro y la puerta de la prisión que acaba de abandonar, detrás de ellos quedaron veinte años de su vida, casi una vida.
El mozo le trae el café y la ginebra , el Tata Rocamora mira el pocillo blanco de loza , el platito , la cucharita barata , la burda copa de vidrio , cierra los ojos y se concentra en aspirar los perfumes , el penetrante aroma del café expreso , el más suave vaho alcohólico de la  ginebra , olores olvidados tras tantos años de encierro , olores que dormían en su memoria y lo vuelven atrás en el tiempo.
Aprieta los párpados con fuerza, como intentando impedir el doloroso fluir de los recuerdos, o quizás , tal vez , reteniendo una lágrima, pero no que lágrimas ni ocho cuartos, los machos no lloran y si hay algo que nadie puede o se atrevería a poner en duda, es que el Tata Oberdan Rocamora es bien macho.
Saca un cigarrillo del paquete , lo lleva hasta los labios , lo enciende con un fósforo y aspira largamente el humo acre.Toma la coppa de ginebra y de un trago la vacía.
Llama al mozo y pide otra ginebra , bebe con cortos sorbos el café mientras mira el muro de la prisión. 20 años y un muro , un muro que lo separó de ella.
Ella , Sara que le fue fiel todo este tiempo y que ahora lo está esperando , allá en la casita de Valentín Alsina, fue el quién le pidió que no viniese a buscarlo , no quería que ella lo viera salir de la prisión , no quería que esa fuera la primer imagen que ella viera después de esos 20 años.
No le fue fácil convencerla , ella quería estar con el desde su primer segundo de libertad , el le dijo que tenía unos asuntos que atender , negocios que habían quedado inconclusos, finalmente ella aceptó .
Prende otro cigarrillo, y se queda mirando como el humo  suve atravesando los rayos del sol que se cuelan por la ventana ,mientras su pensamiento vuelve a Sara , su mujer ,  su compañera , la que ni un solo día faltó a las visitas , la que crió sola a los dos hijos , la que jamás le soltó ni una sola queja y que ahora lo está esperando , seguro que con los ravioles con estofado de pollo como  le cocinaba todos los domingos antes de que cayera preso.
El Tata cierra los puños con bronca contenida , y sacude la cabeza -que se va a hacer , así es la vida , las deudas hay que pagarlas y pucha si las pagué- piensa.
Ahora es tiempo de cobrarse , el compadre lo abandonó herido y se rajó con toda la guita ,  dos balazos de 45 en las piernas , en medio de un charco de sangre, maldiciendo , lo encontró la policía.
Lo apretaron y no cantó , no delató a nadie , ni a su compadre que lo dejo tirado.
Nunca en 20 años pronunció el nombre del Flaco García , pero llegó el día de cobrarse y hoy es ese día , hoy cobrará esa deuda , lástima por Sara , que ganas tenía de estar con ella , pero un hombre no puede escaparle al bulto , no importa lo que cueste.
Llama al mozo y le paga , sale del bar , decide ir caminado hasta la casa de su compadre , estuvo averiguando y le dijeron que sigue viviendo en la vieja casa de Floresta.
Mientras camina , va pensando que a pesar de que está libre no puede disfrutar esa sensación, porque sabe que estará libre por poco tiempo , prefiere creer que es una inexorable herramienta del destino.
Casi sin reparar en el tiempo , llega hasta la casa de su compadre , golpea la puerta , pasan unos minutos que le parecen eternos y finalmente la puerta se abre , se encuentra frente a una anciana mujer , se presenta diciendo que busca al Flaco García y la anciana lo hace pasar , sin hablar y con paso lento e inseguro lo guía hasta una habitación , donde , en medio de una cama yace el Flaco moribundo .
El Tata se acerca y de golpe se da cuenta que ya nada queda por cobrar , ese cuerpo consumido , esos despojos , ya se han cobrado todas la deudas.
La anciana le ofrece una silla , el Tata se sienta y se queda mirando al que una vez fue su compadre , su hermano de sangre , aquél que lo dejó tirado y a merced de la cana. Lo mira con un dejo de tristeza , nadie merece morir así , piensa el Tata , nadie merece sufrir como un perro , nadie , pero vos sí , por traidor por hijo de puta , merecés morir tirado en una cama y sufriendo hasta el último segundo hasta que la Parca te venga a buscar  .
Ahora si la deuda está saldada , el Tata se levanta de la silla , lo esperan los brazos de Sara. 
El Tata 


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